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La divertida vida y sentida muerte de Ravachol, el loro que nos llama

Origen, universalidad, fiesta, diversión y emoción se resumen en la figura que adoptó como símbolo la sede local de la Gran Final

¿Por qué una ciudad gallega tiene un animal tan exótico —un loro— como icono festivo y urbano? ¿Por qué los grandes campeonatos de triatlón que se celebran aquí adoptaron ese animal como mascota? Todo tiene una explicación histórica relacionada con la cultura decimonónica de la ciudad.

Esta es la simpática historia de Ravachol, el símbolo tradicional del carnaval pontevedrés y ahora también de los eventos más especiales del triatlón.

Cualquier mañana de finales del siglo XIX alguien que paseaba por la calle Michelena podía ser increpado por una voz aguda y poco matizada. Era Ravachol, que chillaba y alborotaba todo el entorno con sus gritos. Si alguien de mal aspecto entraba en la botica en la que él vivía, le arrojaba sin contemplaciones un «Aquí no se fía». Si entraba un cura, el loro imitaba a un cuervo; si alguien intentaba engañarlo ofreciéndole un caramelo de mentira, le decía “vete de aquí, goloso» y si nadie atendía a un cliente, Ravachol avisaba: «Gente en la tienda».

Los ancestros del loro hay que buscarlos en una partida de aves exóticas que trajo un barco desde América en 1709. Tras hundirse en la ría de Vigo en plena Batalla de Rande, varias aves quedaron liberadas y anidaron por toda la zona. Un profesor de música es quien le trae el loro como presente a don Perfecto Feijóo, un boticario establecido justo ante la Peregrina, donde ahora se encuentra el monumento al animal.

Símbolo de una época ilustrada

Feijóo era una de las personas más cultas y distinguidas de la ciudad entre los siglos XIX y XX, en pleno ‘rexurdimento’ de la cultura gallega. Además de farmacéutico era gaitero, y se puso a la frente del primer coro de música folclórica de Galicia, en 1880, una experiencia pionera en Europa de recuperación de la música popular. El coro se llamaba Aires da Terra. Su carismática personalidad cautivaba la atención de la sociedad más ilustrada y avanzada de la época, que celebraba en la botica animadas tertulias. El loro también era protagonista.

La adopción del loro obligó a ponerle un nombre. ¿Por qué Ravachol? Así se llamaba un destacado anarquista francés de la época, François Claudius Koënigstein, famoso en todo el mundo por los atentados que perpetraba con dinamita, por lo que fue axusticiado y pasado por la guillotina en 1892, acontecimiento que le dio fama mundial. Como el loro era un alborotador de primera, merecía un nombre así.

En enero de 1913, hace exactamente 110 años, muere Ravachol. Según todos los indicios, empachado por una comilona de bizcochos empapados en vino. En un ambiente de profunda tristeza urbana, el cadáver es embalsamado y expuesto en la botica, que enseguida queda pequeña para tantas personas que deciden honrarlo. El suceso provoca la llegada de telegramas de pésame desde toda España.

Un entierro con honras oficiales

Ya que la botica quedaba pequeña, se traslada el cuerpo sin vida de Ravachol al Circo de Artesanos, donde recibe la visita de autoridades civiles y militares, que le rinden reverencia. Se fija el entierro oficial para el 5 de febrero, miércoles de ceniza. El entierro se celebra encabezado por doce caballos con jinetes, bandas de música, comparsas seguidas por una multitud de personas ataviadas de negro y portando antorchas fúnebres, tal como habían pedido las autoridades locales. Una velada infausta que finalizó con el entierro del loro en la casa de campo de don Perfecto Feijóo en Mourente, muy cerca de la ciudad. Finalizaban así 20 años de Ravachol en el centro de la vida social pontevedresa.

Tras la dictadura franquista y con la restauración del carnaval, Ravachol pasó a presidir estas fiestas pontevedresas de invierno, que se prolongan durante 10 días y están llenas de divertidos eventos populares como concursos de murgas y parodias, desfiles de carrozas y una fiesta dedicada a otra singular figura local: el Pirata Benito Soto, un pontevedrés que se dedicaba, cien años antes de que muriese Ravachol, a asaltar barcos en el Atlántico y asesinar a sus tripulaciones para robar sus ricos botines.

Rey del carnaval… y del tri

Cuando el equipo creativo encargado de la identidad y la difusión de los valores del triatlón para celebrar el pasado campeonato del mundo Multisport 2019 se recuperó esta bonita historia para obtener un símbolo que había sumado los conceptos de deporte, agilidad, velocidad, belleza, con los de origen, universalidad, fiesta, diversión y emoción. Nació así la mascota de la mano del artista local David Campos, un dibujante que supo resumir con las formas propias del cómic un personaje atractivo y vitalista, lleno de acción y valentía, como nuestro deporte rey.

El Ravachol colorista y divertido, activo y osado, toma forma medio humana además gracias a la creación de Pablo Méndez para servir de photocall viviente y provocar los selfies de la concurrencia durante las jornadas de competición.

Una manera de rendir homenaje a la memoria urbana pontevedresa, recogiendo este hermoso legado de su tradición y adoptándolo como rey de la competición.

Loro Triatleta
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